jueves, 24 de junio de 2010

Hay pocas palabras que describen realmente al amor. Y el amor, créanme, que a veces hasta asusta.

De solo sentir mariposas en el estómago, empezamos a armar mil quinientas historias de lo que podrá llegar a pasar en nuestra cabeza. El amor trae alegría, sufrimiento, tristeza, angustia, llanto, armonía, salud. Más allá de eso, en este tiempo aprendí a no dar más de lo que recibo. Cuando a uno le falta amor, es lo primero que sale a buscar, y se cega ni bien encuentra una MÍNIMA ESPERANZA. Y entrega todo de sí, y tal vez a la otra persona ni siquiera le importa. Hasta que uno decide abrir los ojos y PAFF, se acabó el amor, el cariño y el afecto, y ahí es cuando uno descubre realmente la esencia de lo que es amar, de dar todo por el otro. Si bien, uno debe dar, sin esperar nada a cambio, llega un punto, donde uno se agota de dar amor y que este no sea correspondido.

Y qué es peor que todo eso? Que la persona que no nos valoró, reaccione TARDE y empieze a extrañar todo ese amor, que prácticamente le llovía del cielo? Cómo se puede volver a sentir amor por esa persona que nos dejó en banda de una forma espectacular? Imposible; pero como bien les dije hoy, aprendí a no dar más de lo que puedo llegar a recibir, por eso caemos en la cuenta, de que los únicos culpables, fuimos nosotros mismos. Todo ese amor, lo tengo de reserva. Y ese amor, lo utilizo una y otra vez, para la persona que no se guarda ni un beso, ni un abrazo, ni una caricia para sí.



Es ahi, dónde el amor, da frutos ~

No hay comentarios: