jueves, 29 de septiembre de 2011

Pero no te equivoques, ser fuerte no significa volverse insensible o frío. Eso es volverse cobarde. Qué es muy distinto a ser fuerte. Yo podré ser muchas cosas, pero no una cobarde..

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Y NO SE TRATA DE PERDÓN NI OLVIDO

“En un segundo puede derrumbarse lo que tardó años en construirse”, suele decir la gente cuando se habla de la amistad y el amor, de afectos y compañerismo. Y basta una debilidad, una equivocación del otro, para que se borre de un plumazo tantas y tantas cosas buenas compartidas, vividas; sufridas y gozadas.
Nuestra goma de borrar es más grande y poderosa que nuestra memoria.

¿Acaso se tira un cuaderno de clases porque se hizo una mancha de tinta en dos o tres de sus hojas?

El ser humano es vulnerable y débil. A veces hace, ha sin pensarlo un comentario u acción tonta. A veces dice en un momento de rabia o enojo algo inadecuado, esas palabras que el viento de la generosidad y la benevolencia deberían llevarse sobre sus alas, como se lleva las livianas hojas amarillas…pero al contrario convertimos esas palabras en pesadas piedras, en cortantes cuchillos y en armas destructivas.

¿Por qué?
Porque es más fácil destruir que comprender.
Porque es más cómodo ser la pobre víctima
Porque es más cómodo juzgar que defender los buenos momentos del presente y el pasado.

Y hasta se siente una “especie de alegría” cuando puede comprobarse que el “otro” nos falló., como si se hubiera estado esperando que lo hiciera para decir “yo sabía que esto iba a suceder tarde o temprano “
En lugar de apenarnos por lo que perdemos, nos enorgullecemos de haber previsto que “íbamos a perderlo “

¡Qué pequeños nos volvemos cuando actuamos así! ¡Qué minúsculos nos volvemos cuando cerramos con siete vueltas llaves nuestro corazón y entendimiento y nos negamos a darle una oportunidad mas ( como tantas veces nos han dado a nosotros ) quién nos causó esa pena o esa decepción “

¿ Acaso nuestro Cariño ( de años ) era tan poca cosa que podía eliminarse en una instante. ¿Acaso somos dioses perfectos para exigir la perfección de los demás?

Se trata de escribir las faltas de tu amigo en la arena y no recordar que has escrito las faltas de tu amigo en la arena, pues llevar en el corazón cuantas veces has escrito
Las faltas de amigo en la arena significa clara y sencillamente que las escribiste en el recio de los concretos.

¿Nadie nos enseñó nunca que son los verdaderamente grandes y valiosos los que pueden cerrar los ojos para no ver la bruma, la penosa neblina de la ofensa, borrar los manchones de tinta, arrancar esas hojas y salvar todo lo bello que hubo antes, los largos días del amor y del afecto, de las luchas hombro a hombro, de las confidencias y de las claras identificaciones con el otro .

No, en días, en un minuto, en un segundo no se derrumba lo que se construyó durante años. No se muere el afecto con la premura de una mariposa. No se corta lo vivido como se corta el frágil tallo de una flor-
Si así fueses, ¿Cuántas horas y días de nuestra vida pasada quedarían en blanco, como si nada hubiera ocurrido en ellas?
Quiero que sepas que voy amarte aunque varias veces me falles y me hagas llorar, aunque alguna vez encrespes el oleaje de mi enojo.

Porque si llegué a quererte y si llegaste a quererme, tendrá que venirse abajo el mundo entero para que los hondos cimientos de nuestra amistad se hundan con él,
Y no se trata de perdón ni olvido sino de…de ¡Tantos agradecimientos ¡
TODAVÍA
Anoche estuvimos hablando de vos. Llegaste por el camino de una nostálgica charla sobre la adolescencia; estabas sentado en una rueda de amigos, pero yo solamente veía tu mentón obstinado, tu frente limpia, tu risa con las comisuras raramente hacia abajo.
Era el tiempo en que se hablaba abiertamente, en que "amistad" significaba confiarse sin tapujos, decirlo todo sin hacer cálculos sobre
lo que "es o no es conveniente". Los viejos se morían y nosotros íbamos a vivir eternamente jóvenes. Sabíamos de memoria estrofas enteras de poemas famosos, frases grandilocuentes de Ingenieros, y me prestaste un libro para que me enamorara de "la casa en la cascada" diseñada por Wright. Las injusticias nos sublevaban y nos metíamos en camisa de once varas peleándonos a los gritos con un taxista que no quería levantar a una pasajera morenita con una enorme bolsa de ropa. Le pagábamos diez vueltas de calesita a un chico de zapatillas rotas...; íbamos a transformar el mundo...
No sabía quiénes eran los hermanos Marx y me llevaste a ver "Una noche en Casablanca"; me reí tanto que me caí de la butaca. Era la primera vez que me ponía pestañas postizas, se me despegaron, las guardaste en el bolsillo de tu saco y nunca más las encontramos.
¡Vivir era tan fácil!
Era... mirar el reloj quinientas veces para que se hiciera la hora de salir del trabajo. Era olvidarnos de las obligaciones cuando poníamos un pie en la calle. Tararear las canciones de moda, tratar de descifrar los símbolos de Bergman, fascinarnos con "Hiroshima mon amour", dejar el tocadiscos en automático para que se repitiera cincuenta veces un disco de Louis Armstrong, caminar por las calles del barrio a un metro de distancia para que el vecindario no nos inventara un romance, tentarnos de risa y reír hasta perder las fuerzas y el aliento...
Nunca más volví a reírme así...
Y nada es tan gracioso, ni tan asombroso, ni nuevo, ni refulgente...
Ahora los amigos tienen ocupaciones que les impiden dedicar una larga tarde a una charla sin rentabilidad. Nadie dice exactamente cuánto gana, cuánto gasta, cuándo se va de viaje, qué quiere, qué sueña, a qué le tiene miedo.
Porque nosotros no teníamos miedo; solamente belleza y omnipotencia...
Pero ahora el miedo está en medio de las cosas que hacemos, que tocamos, que queremos.
No lo creerías..., pero lo que dábamos a manos llenas seguros de que conseguiríamos más, siempre más... hoy se guarda como un tesoro irrepetible: fe, ternura, compañía, cariño, ayuda, tiempo. Son ingredientes raros en el mundo de los adultos.
Las chicas... se casaron, e invitan a sus casas a los jefes de sus maridos para quedar bien; van a la peluquería dos veces por semana y llevan a los hijos a guitarra, inglés, equitación, danzas, además juegan canasta, bridge y golf (juego muy conveniente para que los consortes atrapen clientes para el diván o el bufete de abogado o la operación de plástica)...
Los muchachos saludan con un beso en el aire, a medio centímetro de la mejilla cuando cada muerte de obispo los encuentro por la calle; sacan pecho, hunden la panza; lo que no pueden -muchos de ellos- es "sacar pelo" que ya les ralea.
Ninguno puede esperar, los ojos en el cielo de la noche, que caiga una estrella para pedirle tres cosas.
Ninguno puede llegar al hormiguero arrastrándose pacientemente detrás de cinco hormigas cargadas con pedacitos de pétalos de rosa.
Hablarles a las plantas para que no se marchiten; tender el oído en el aire fino de la tarde, como una red, para atrapar las mil variantes del canto de los pájaros en una alejada casa de campo...
No, no quiero engañarte... yo me parezco mucho a ellos... también me han vencido, también he claudicado algunas veces, y al mirarme al espejo no siempre encuentro ese brillo de lentejuela loca que animaba mis ojos... Pero trato de no traicionar del todo a los rosales y a las alas.
Cada tanto me quedo sola en esta casa que amo, lejos de la ciudad, con un tren que a cada hora pasa por el fondo sacudiendo las paredes, una hoja de roble que cae... que no cae... que se agita en la brisa como una pandereta anunciando el otoño; una abeja que se acerca peligrosamente a mi vestido confundida por su color de flor; el olor de los pinos, de la tierra húmeda, de mi cuerpo soleado...
Ay, amigo... sólo los viejos se morían y vos no supiste esperar...
Hace ya tantos años... cuando sólo los viejos se morían, suspendiste tu gesto de asombro y rabia para siempre en la sala de guardia de un hospital, Jota Eme Be: accidentado.
Ay, amigo, ¿cómo serías ahora? ¿Cuánto tiempo tendrías para estudiar jazmines? ¿Cuánto apuro en tu beso al cruzarnos por la calle? ¿Cuánta sed de palabras? ¿Cuánta luz? ¿Cuánto encuentro?
Silencio, shh... no movamos el aire... que se asusta, y a mí me gusta tanto, todavía, mirar al colibrí de verde plata bebiéndole el azúcar a las lilas..
Aquella luz
Entonces se puso su cabeza en mi regazo, arrodillado ante mí, y yo miré su pelo oscuro y suave, un poco más largo que de costumbre, como siempre que va a hacérselo cortar. Sus largos brazos me estrecharon y todo lo que parecía estar sembrado de espinas desapareció. Acaricié su cabello. El aire era de raso; el color ambarino de la luz transformaba la piel en satín. No había un espejo allí, pero yo registré ese momento como una fotografía color sepia en la que un hombre y una mujer, cansados de ser arrastrados hacia los remolinos del río por la corriente rápida de la ira, los celos, las equivocaciones, los rudos golpes de haber vivido... cortan el elástico de la tensión y, al instante, se sientes libres como dos barquitos navegando armoniosamente. Una fotografía desfallecida, neblinosa y bella. Ese gesto entregado me quebró. Se me escurrieron las palabras, ¿Qué podía decirle? ¿Qué podría reprochar? ¿Qué podía pedir que no estuviera recibiendo ya?. Todos los discursos del universo eran menos elocuentes que el calor de sus brazos aferrándome, o más bien, aferrándose de mí...

Acaricié su cabello, sus mejillas hundidas, sus ojeras oscuras. Suavemente.

Él subió su cabeza de mi regazo a mi pecho, y su expresión de dolor se fue mudando a paz. Dijo: "Te quiero, perdóname." Lo dijo muchas veces , muchas veces... Frotó su rostro en mis manos y su llanto las humedeció. Todo quedó lavado con esas lágrimas. Purificado. Claro. Borrados los precipicios. Borradas las esperas con dolor en las tripas. Borrada la incertidumbre. Borrada la rabia. Borrados los detalles, las piedras pesadísimas que hubieran hundido la embarcación. No es que no doliera, sino que su amor fue la anestesia que acallo el dolor. Cómo puede un gesto sencillo y verdadero obrar su milagrosa curación. Cómo una voz que nace de la fuente encantada del amor es capaz de sanar los tules rasgados de la ilusión, las cortaduras del alma... Los actos simples hacen simple al hombre. ¡Y qué difícil es ser un hombre simple! Él puso su cabeza sobre mi regazo, arrodillado ante mí. Entregado. Sincero. Avergonzado. Cansado. Vengo del infierno, musitó. Y yo supe que era cierto. Que solamente el infierno puede borrar el brillo de la mirada y dejar un pozo en cada ojo... ¡Cómo pudo ser que no me haya dado cuenta! ¿Y, qué esperabas, qué creíste, qué buscabas?

No sé... las cosas estaban tan difíciles con vos... me pareció que no me querías más, que yo ya no te importaba. Me volví loco. Tenía que llamarte la atención... pensé que podía manejar la situación y caí en mi propia trampa. ¿Te sirvió? ¡Me horrorizó! No quiero recordar los detalles de esa historia; podría parecer un alarde de imaginación tortuosa, enfermiza. Me basta con saber que nada pudo destruir lo esencial. Que lo sagrado siempre quedó conmigo, y tuvo que regresar para recuperarlo... Acaricié su cabello suave. Besé sus párpados. Sus mejillas mojadas. Nunca estuvimos tan cerca como en ese momento. Nunca nos miramos tan hondo durante tanto tiempo. Tan hondo, tanto, tanto, que vi cuando sus ojos recuperaron aquella luz perdida. Venía del fondo, creciendo como un incendio: llama tibia, fogata, hoguera, sol. Amaneció su vida.

Amaneció mi vida. Y no es que no doliera, ni que no hubiese existido la noche antes de ese amanecer... sino es que el amor... ay, el amor...

jueves, 8 de septiembre de 2011

APRENDÍ

Que quien NO te busca NO te extraña y QUIEN no te EXTRAÑA, NO TE QUIERE..
que la vida decide QUIÉN ENTRA en tu VIDA, pero TÚ decides QUIÉN se QUEDA..
que la VERDAD duele una sola vez y la MENTIRA DUELE SIEMPRE!!!
Por eso, VALORA a quien te VALORA..
y no trates como PRIORIDAD a QUIEN te trata como una OPCIÓN!!