lunes, 25 de febrero de 2013

Te he necesitado. Te he extrañado. He soñado contigo a veces, y ni siquiera me hablabas en mis sueños. 
Me despertaba llorando, con temor, con angustia... 
No sé por qué te lo cuento. 
Tal vez porque aún tengo una llamita de esperanza encendida en mi ser. 
O porque tengo que conmoverte. 
Tal vez... Sabía que llegabas hoy. 
Y sabía, además, que intercambiaríamos un saludo distante y apresurado. 
Que no sería demasiado importante para ti verme. 
Que no necesitarías imperativamente sentarte frente a mí, mirarme a los ojos hondamente, saber qué siento, qué sucedió todo este tiempo de ausencias, qué me sucede ahora. 
Eso. ¿QUÉ ME SUCEDE AHORA?