martes, 6 de noviembre de 2012

No puedo amarte todavía

No puedo amarte todavía.
Lo he intentado.
He cerrado los ojos para zambullirme en ese oceáno de tibieza que me ofreces.

He tomado tus manos, aferrándome a ellas con desesperación para espantar el fantasma de la soledad.
He murmurado las palabras conocidas de la ternura y el afecto.
Pero todo fue en vano.
Inútilmente.
Sé que esta confesión te dolerá.
Sé que pensarás que soy un ser egoísta, sin compasión, que soy una persona despreciable, que te mentí.
Pero no.
No mentí.
No engañé.
En todo caso fue a mi misma a quien engañé.
Hasta darme cuenta de la verdad.
Y cuando supe, cuando descubrí que me estaba inventando una historia de amor construida sobre un pantano, sin cimientos, ni andamiajes, me hice a un lado.
Me aparté.
Callé.
Te dejé el camino libre.
No te cargues de culpas que no tienes.
No me cargues de culpas que no tengo.
No creas que si hubieras hecho las cosas de otra manera hubiese sido diferente.
En realidad, no había nada que hubieses podido hacer.
Me pareció que te abrí el corazón para que entraras en el.
Te pareció que entrabas en mi corazón.
Pero mi corazón es aún un terreno vedado.
Es un desierto en el que nada puede florecer.
Aunque parece tierra, no es tierra, es arena. Si lo riegas, la arena se devora el agua sin que ella lo vuelva fértil.
Las semillas que echas en los surcos se mueren, porque el viento todavía borra los surcos y las semillas quedan expuestas a la cruda intemperie.
Cada vez que me llamas, siento una pena enorme.
Cada vez que me llamas, siento que te apenas.
Dices que me extraña. Y que soy cruel.
Me duele que confundas con crueldad mi imposibillidad de amar.
No. No es crueldad.
Es ceniza sobrante de una hoguera.
Es un montón de escombros que quedaron de la destrucción.
Yo era una casa.
Era una tarde de sol en una playa.
Era la cima de una montaña desde cuya altura se veía casi todo el mundo.
Era un pájaro mágico.
Era una canción.
Era una luz, un estremecimiento, el lucero del alba.
Era una mujer y era la vida.
Ahora soy solamente una mujer que no se anima. Soyy una mujer que tiene miedo.
¿Lo entiendes?
Para entenderlo, debes dejar de lado los rencores, el falso orgullo, los resabios del machismo que te empeñas en negar pero forman parte de ti. Para entenderlo, tienes que despojarte de tu armadura y permitir que mis palabras te lleguen hasta el fondo. Porque la única manera de entender las verdades es recibiéndolas con humildad.
Yo te digo mi verdad con humildad.
Te la digo con la voz opaca, quebrada por sollozos.
Te la digo con los ojos bajos, porque no puedo mirarte a los ojos si sigues creyendo que soy cruel o que en algún momento te he mentido.
Estoy tan herida, que no me queda en el cuerpo ni en el alma un lugarcito diminuto que no esté en carne viva, sangrando, doliendo.
Óyeme con cuidado.
Óyeme sin ira, sin considerte un tonto.
Todavía no puedo amarte.
¿Podrás alguna vez?, te preguntas.
No lo sé.
Yo tambien me interrogo: ¿Podré amar alguna vez?, y no lo sé.
Desconozco la respuesta.
Quisiera poder contestar que sí.
Creer que sí.
Tener esa esperanza.
Antes me ha sucedido que sí, que he podido.
Pero ahora el desierto no se convierte en valle, la piedra no se transforma en jardín.
No renazco.
No resucito.
No reacciono.
Aparentemente estoy bien.
La gente me ve bien.
Guardo las formas y hasta sonrió.
Encubro mi desesperación con la elegancia de parecer tranquila, en paz, casi mansa.
Y aunque a los otros les ocurran cosas terribles, lamentables, no puedo salir de mi horror por el dolor que me fue inflingido, y no hago mas que preguntar: ¿Por qué a mi?¿Por qué a mi otra vez?
Por eso te suplico que no te enojes conmigo.
Que no te enojes contigo.
Que no te culpes ni me culpes.
Que no te acerques, tampoco.
Porque nada seervirá.
Porque aún no es tiempo.
Porque no sé si alguna vez será tiempo.
Porque si estoy segura de que dos soledades que se unen no nace la compañía, nace una soledad mucho mas grande, multiplicada por dos.
Una incomensurable soledad feroz y destructiva.
Te digo; no puedo amarte todavía, para no suicidarme la ilusión.
Quizá debiera decirte; no puedo amarte, no puedo. No podré amar jamás. Pero....

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