jueves, 8 de abril de 2010



Nadie encuentra lo que no está; buscando
. No es verdad

que las cosas aparecen de pronto; sorpresivamente.

Cuando un hombre encuentra a una mujer, cuando una

mujer encuentra a un hombre... los dos estaban buscándose.

Por soledad. O por dolor. O por ganas de revivir la vida

insuflándole oxígeno a los los pulmones.

O porque sí. ¿Por qué explicarlo todo? ¿Por qué decir

que la causa, el efecto, que la casualidad no existe ?

Mejor pensemos que lo importante es que, cuando no hay

alguien a nuestro lado, no hacemos tostadas (¿para mí

solamente? (No...), no gastamos el frasco de perfume,

compramos con más nostalgia que alegría un

ramito de flores para llevar a casa, y estrenamos muy

pocas cosas. Se van yendo las ganas, como se va la luz,

poquito a poco... Y la noche nos asesta su golpe con el

recuerdo, nos envía sus fantasmas más tristes, sus sombras

incansables e inclementes. La noche que no termina nunca,

que crece, que atormenta, que entrevera nombres, que ronda,

que agiganta las lágrimas hasta transformarlas en

un océano.

Estamos solos porque no hacemos una llamada.

Porque no damos el paso que nos acerca.

Porque no decimos la primera palabra que se transforme

en puente. Nadie encuentra lo que no está buscando.

No hay comentarios: